
Un Homenaje al Leyenda: Cobradiezmos
El pasado 8 de octubre, la ganadería de Victorino Martín sufrió una pérdida irreparable: la muerte de Cobradiezmos. No hablamos de un toro cualquiera; hablamos de un mito, de una leyenda que trascendió las arenas de la plaza para convertirse en un símbolo de la bravura y nobleza del toro bravo. Su nombre, resonando en la memoria de los aficionados, evoca inmediatamente imágenes de aquella tarde mágica en la Maestranza de Sevilla, el 13 de abril de 2016.

Cobradiezmos, un cárdeno número 37 de 562 kilos, nacido en 2011, demostró una bravura excepcional desde el primer momento. Su embestida al capote, su entrega en varas, su temple en banderillas… cada tercio fue una muestra de su excepcionalidad, una sinfonía de fuerza y nobleza que cautivó a todos los presentes. Manuel Escribano, su lidiador, tuvo la fortuna de encontrarse con un animal así, y supo estar a la altura, realizando una faena memorable que culminó con el indulto, un acontecimiento que se grabó a fuego en la historia de la tauromaquia.
La Gesta en la Maestranza: Un Recuerdo Imborrable
Las crónicas de aquella tarde hablan por sí solas: “Uno de los toros más bravos, encastados, nobles, completos y redondos que haya salido nunca en La Maestranza”. Una descripción que, lejos de ser una exageración, refleja con exactitud la realidad de lo vivido. Cobradiezmos no solo fue un toro bravo; fue un espectáculo, una demostración de la pureza de la raza, una experiencia única para quienes tuvieron el privilegio de presenciarlo. Su salida, ufano y feliz, tras el indulto, es una imagen que perdura en la retina de los aficionados.
La faena de Escribano, templadísima y larga, fue un diálogo perfecto entre torero y toro, una demostración de arte y entrega que culminó con la petición y concesión del indulto. Un momento de emoción que elevó la tarde a la categoría de inolvidable, dejando un recuerdo imborrable para todos los que formaron parte de esa experiencia.

Más Allá de la Arena: La Vida de un Leyenda
La vida de Cobradiezmos no se limitó a aquella tarde en la Maestranza. Tras su indulto, regresó a la finca “Las Tiesas de Santamaría” para ejercer como semental. Allí, rodeado de vacas y becerros, continuó dejando su impronta, asegurando la perpetuación de sus cualidades excepcionales. Su legado se extiende a través de sus numerosas camadas, un ejército de descendientes que llevan su sangre y su bravura.
- Un legado genético imborrable: Cobradiezmos ha dejado un rastro significativo en la ganadería Victorino Martín, garantizando la transmisión de sus características excepcionales a las futuras generaciones.
- Un símbolo de la tauromaquia: Su figura trascendió el ámbito puramente taurino para convertirse en un icono de la bravura y la nobleza del toro bravo.
- Un homenaje merecido: La dedicatoria de un azulejo en la Maestranza de Sevilla es un justo reconocimiento a su excepcional trayectoria y a la emoción que generó.

El Azulejo en la Maestranza: Un Reconocimiento Eterno
En la Maestranza de Sevilla, una placa conmemorativa recuerda para siempre la gesta de Cobradiezmos. Este azulejo, situado en el “corral del manifiesto”, detalla meticulosamente los datos del animal, la fecha del indulto, el nombre del lidiador y de todos los que participaron en aquella tarde histórica. Es un tributo que honra la memoria de un toro excepcional, un símbolo de la grandeza de la tauromaquia.
El texto de la placa, grabado en la memoria de muchos, relata minuciosamente los detalles de la faena, convirtiendo la pieza en un testimonio único y permanente del acontecimiento. El azulejo no solo conmemora a Cobradiezmos, sino que también representa un reconocimiento a la tradición, al esfuerzo y a la pasión que envuelven el mundo de los toros.
Cobradiezmos: Un Legado que Perdura
La muerte de Cobradiezmos representa una pérdida significativa para la ganadería Victorino Martín y para el mundo taurino en general. Sin embargo, su legado perdura, tanto en la memoria de los aficionados como en la genética de sus numerosos descendientes. Su nombre, sinónimo de bravura y nobleza, permanecerá por siempre grabado en la historia de la tauromaquia, inspirando a toreros y ganaderos por generaciones.
Cobradiezmos, más que un nombre, es un símbolo. Un símbolo de la magia que puede surgir en la plaza, de la emoción que despierta la bravura y de la grandeza de un animal capaz de trascender su propia existencia. Su historia es un testimonio vivo de la belleza y la fuerza de la tauromaquia, un legado que perdurará mientras existan aficionados dispuestos a recordar y celebrar la memoria de este gran toro.